Formación de un pueblo sabio

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 La nueva  Ley Orgánica de Educación tiene el objetivo fundamental de darle direccionalidad a las políticas educativas en relación a los aspectos idiosincráticos, históricos, políticos para la formación del nuevo republicano y  la nueva republicana, con apego a la Patria y con una clara identidad sociocultural, vinculada a las necesidades y realidades venezolanas, Latinoamérica y caribeñas. Para lo cual busca nutrirse de la propuesta pedagógica de Simón Rodríguez, José Martí, Luís Beltrán Prieto Figueroa y Paulo Freire, y en el pensamiento filosófico de la teoría de la complejidad y de la interculturalidad. Además de estar sustentada en los principios de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999.

Son muchos los teóricos que han escrito al respecto. Entre los intelectuales latinoamericanos destaca la postura del maestro venezolano Luís Beltrán Prieto Figueroa, quien en su obra La Escuela Nueva en Venezuela, considera  que todo Estado responsable y con autoridad real asume como función suya la orientación general de la educación. Esa orientación expresa su doctrina política y en consecuencia, conforma la conciencia de sus ciudadanos. Cuando se está en una sociedad democrática, esa orientación general no debe responder a sectores y grupos de particulares sino al interés de las mayorías. Este deber del Estado no puede ser delegado en otras organizaciones particulares, porque ellas, tienden a favorecer sus propios intereses de grupo. Luego –sentencia Prieto- la educación como función pública, es función del Estado nacional.

Cuando en el campo internacional, el imperialismo avanza en sus políticas de apropiación de los territorios y recursos necesarios para afirmar la hegemonía de la burguesía norteamericana en el mundo, recurriendo a las invasiones y a las guerras,  a la burda manipulación de los medios de comunicación masiva, a los proyectos económicos de corte neoliberal, a la instalación de bases militares, al chantaje de los organismos internacionales, en América  latina se apuesta a la construcción de alternativas políticas, económicas, culturales y pedagógicas que se oponen a la hegemonía de los valores propagados por el imperio. Esté proceso de emancipación se nutre de la experiencia liberadora de insignes pedagogos como: Rodríguez, Martí, Prieto Figueroa y Freire.

Los pueblos de América latina se enfrentan al reto de seguir construyendo una teoría crítica emancipatoria, frente al proyecto neoliberal. Aún cuando pueda parecer paradójico, se cree que es necesario afirmar los postulados pedagógicos de los intelectuales latinoamericanos haciendo el esfuerzo de radicalizar sus principios, en virtud de que el capitalismo ha acentuado su proyecto colonizador. La tarea de una teoría crítica hoy es más urgente que antes, en virtud de que más radical es el peligro inminente de destrucción de la vida, de la naturaleza y la creciente dificultad de superar la actual crisis de civilización.

Es así, y solo así, como se entiende la vigencia que Rodríguez, Martí, Prieto Figueroa y Freire, tienen en la construcción de un proyecto educativo nacional. Lo que implica que ante la exigencia de una “formación republicana y para el trabajo”9, formulada por Simón Rodríguez, se tiene que ser capaz de llenarla de nuevos contenidos, adaptándola a la propuesta política de construir una democracia verdaderamente participativa y protagónica, en la cual el pueblo sea el sujeto de su propio desarrollo y emancipación, y que se forme en la urgencia de la solidaridad a fin de superar la desagregación producida por la ideología neoliberal. Se trata de educar ciudadanos en el pleno ejercicio de sus deberes y derechos, pero además, de formar republicanos conscientes de la necesidad de defender la patria en lo que más la identifica: su cultura.
La educación y la instrucción en las observaciones de Simón Rodríguez, habría de expresarse en el ámbito sociedad-escuela, en una relación dinámica total e integradora. Esta relación hace posible que la educación y la instrucción sean “necesidades vitales y humanas” para la construcción de la sociedad y la estabilidad de sus instituciones, entre ellas la escuela, y a la vez que la sociedad y la escuela sean agentes (interdependientes: la escuela, en un hacer al hombre en la conducta social para el vivir en sociedad y la sociedad, en un sostener y fundamentar la escuela para todos), que den impulso y aseguren la educación y la instrucción, que ha de ser general y llegar a todos, para que haya vida social, moral y productiva, para que hayan ciudadanos.
Ante la disyuntiva de ¿cómo aprender a vivir juntos en esta aldea global respetando las regiones? Se puede responder desde el lenguaje martiano cuando se refería al fin de la educación y decía que: 
“...no es hacer al hombre nulo, por el desdén o el acomodo imposible al país en que ha de vivir;  sino prepararlo para vivir bueno y útil en él. El fin de la educación no es hacer al hombre desdichado, por el empleo difícil y confuso de su alma extranjera en el país que vive, y de que vive, sino hacerlo feliz, sin quitarle, como su desemejanza del país le quitaría, las condiciones de igualdad en la lucha diaria con los que conservan el alma del país”.
 “Educar es depositar en cada hombre toda la obra humana que le ha antecedido; es hacer a cada hombre resumen del mundo viviente, hasta el día en que vive; es ponerlo a nivel de su tiempo, para que flote sobre él y no dejarlo debajo de su tiempo, con lo que no podrá salir a flote: es preparar al hombre para la vida.”

La obra de Luis Beltrán Prieto Figueroa. Humanista por la verdad y profundidad de sus saberes, lo fue también por centrar en el hombre y su destino su amplia bibliografía y trayectoria política y educativa. La novedad de su humanismo radica en que rebasó los ámbitos académicos y las aulas convencionales para irse a la calle, traducirse en acción ciudadana e influir en el espíritu y conducta del hombre común. 

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Para Prieto Figueroa ser hombre y ciudadano es ser una persona de servicio, integrada a la obra de todos en el ejercicio pleno de la libertad, entendida esta como un poder controlado que no admite la invasión de los derechos del prójimo. En este sentido dirá: “El que se cree libre fuera de la convivencia en una organización, sin asumir responsabilidad con nadie es un irresponsable y la irresponsabilidad es una forma de deshumanización que concluye en la esclavitud... No puede alegar derechos quien no asume deberes”

En el ideario de Prieto Figueroa, la educación es el aspecto más relevante: es desde allí que se producen todas sus reflexiones que intentan dar una explicación a la realidad venezolana para luego transformarla.

           Paulo Freire, con su teoría de la pedagogía del oprimido. Para Freire, la práctica pedagógica en nuestra América, necesariamente tiene que ser liberadora, dada la situación de dependencia y dominación en la que se encuentran los pueblos de esta parte del continente. La educación, entendida desde esta perspectiva, contribuye a que el oprimido logre las condiciones de descubrirse y conquistarse, reflexivamente, como sujeto de su propio destino histórico. Constituye además un proceso de humanización, en el cual el hombre  y la mujer se reencuentran en la plenitud de ser ciudadanos plenamente libres

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